¿Cuántas veces has lamentado las decisiones que tomaste en un momento de alta carga emocional? Es común que cuando estamos felices, seamos más propensos a asumir riesgos, mientras que la tristeza nos hace más cautelosos. Asimismo, las decisiones tomadas bajo el enojo o la euforia rara vez resultan en buenos desenlaces. ¿Te has dejado influenciar por tus primeras impresiones al momento de decidir? ¿Eres consciente de que tus emociones pueden ser manipuladas para guiar tus elecciones?
El proceso mental conocido como afecto heurístico permite a las personas tomar decisiones de manera ágil y eficaz. Este mecanismo se basa en la emoción, pues la reacción emocional (ya sea miedo, placer, sorpresa, u otra) influye directamente en la decisión que se toma. El afecto heurístico funciona de forma inconsciente, acelerando el proceso de toma de decisiones y evitando una búsqueda exhaustiva de información. Esta respuesta rápida e involuntaria a un estímulo afecta el estado de ánimo por un período corto de tiempo.
El juicio sobre los riesgos y beneficios de algo a menudo se basa en las emociones que nos provocan. Si asociamos sentimientos positivos o negativos a un estímulo, eso influye en nuestra toma de decisiones, de manera similar a cuando actuamos guiados por el corazón en lugar de la razón.
Los estudios han descubierto que si tienes una visión positiva sobre algo, tiendes a subestimar los riesgos y exagerar los beneficios. Por el contrario, si tu perspectiva es negativa, es más probable que sobreestimes los peligros y minimices las ventajas. La investigación muestra que, en la mente humana, los riesgos y beneficios están inversamente relacionados. Estos estudios también revelan que nuestros juicios sobre una actividad o tecnología no se basan únicamente en lo que pensamos, sino también en cómo nos sentimos al respecto.
Cuando nos embarga el calor del momento y debemos tomar una decisión o emitir un comentario delicado, lo mejor es postergarla hasta mañana. Muchas veces, las decisiones impulsivas en medio de una tormenta emocional suelen ser erróneas. Aunque aspiremos a ser seres puramente racionales, los humanos estamos lejos de esa meta.
Gústenos o no, nuestra mente está diseñada para tomar decisiones rápidas, usando sólo una parte de la información disponible. De hecho, a menudo decidimos antes de darnos cuenta y seguimos darle vueltas a algo que ya tiene un rumbo definido: el que nosotros mismos hemos elegido.
Cómo gestionar las emociones para optimizar el rendimiento en las organizaciones
En el entorno corporativo actual, cada vez más cambiante, la habilidad de manejar las emociones se ha vuelto esencial para optimizar el desempeño organizacional. Si no se atienden adecuadamente, las emociones pueden convertirse en un lastre, pero si se encauzan de manera apropiada, pueden potenciar la productividad y el bienestar general de la empresa.
La metodología “Emotional Agility” de Susan David ofrece una valiosa alternativa para abordar estos desafíos. Esta técnica alienta a los empleados a reconocer y aceptar sus emociones, en lugar de intentar suprimirlas. Empresas como Google y Microsoft han experimentado un aumento considerable en la innovación y el trabajo en equipo tras implementar enfoques similares. En este contexto, es fundamental que los líderes no solo fomenten una cultura de aceptación emocional, sino que también sirvan de ejemplo, mostrando su propia disposición a ser vulnerables y abiertos.}
En el caso de aquellos que enfrentan problemas con el manejo de las emociones en sus lugares de trabajo, es crucial poner en práctica estrategias concretas como la meditación consciente, que ha demostrado ser útil para reducir el estrés y la ansiedad en el entorno laboral. Además, se sugiere crear espacios de diálogo regular y confidencial donde los empleados puedan expresar sus preocupaciones y sentimientos sin temor a consecuencias negativas. La clave radica en integrar la gestión emocional en la estrategia empresarial; no se trata solo de bienestar personal, sino de una inversión en la sostenibilidad y eficiencia organizacional.
Cómo las emociones impactan el liderazgo y la gestión de equipos
El efecto emocional del líder es fundamental en la dinámica de un equipo. El estado de ánimo y las emociones del líder tienen un impacto significativo en el ambiente de trabajo y el desempeño del grupo. Esta área de estudio ha adquirido una importancia crucial en el ámbito organizacional.
Los estudios han revelado que las emociones de los líderes tienen un efecto contagioso, donde los empleados bajo un liderazgo positivo tienen un 60% más de probabilidad de mostrar un compromiso y desempeño sobresalientes. Esto indica que un líder que maneja sus emociones de manera adecuada puede no solo influir en el ambiente del equipo, sino también lograr resultados impresionantes en términos de productividad y compromiso de los colaboradores.
Un enfoque de liderazgo transformador puede ser sumamente útil, ya que no solo dirige, sino que también motiva a los trabajadores a superar sus propias necesidades en favor del equipo y la empresa. Asimismo, fomentar una filosofía de escucha receptiva y comunicación abierta es fundamental para evitar que las emociones negativas se infiltren en el ambiente laboral.
Belén Stettler, oriunda de Río Gallegos, Santa Cruz, Argentina, cuenta con 35 años y es Licenciada en Ciencias de la Comunicación Social por la Universidad de Buenos Aires (UBA). A lo largo de sus 13 años de trayectoria en comunicación política, ha trabajado como consultora en Buenos Aires, especializándose en estrategia, investigación y comunicación directa. Ha dirigido equipos de comunicación en diversas campañas. Su experiencia incluye roles importantes en la Obra Social del Personal de Seguridad Pública de Buenos Aires, la Vicejefatura de Gobierno de Buenos Aires, Claves Creativas, Ford Argentina y AkzoNobel, iniciando su carrera en Grupo Suessa Organización Empresaria.