Uno de los principales desafíos al trabajar en equipo en las organizaciones es lograr que todos los miembros se entiendan entre sí y tengan un objetivo común. Este desafío se presenta en diversas formas y puede influir significativamente en el rendimiento y la efectividad del equipo. La comunicación es un pilar fundamental en este proceso; sin una comunicación fluida y abierta, las malinterpretaciones y los desacuerdos pueden volverse frecuentes. Fomentar un ambiente donde los miembros del equipo se sientan seguros para expresar sus ideas, inquietudes y opiniones es crucial para establecer un entendimiento mutuo.
Aprovechar las diferencias individuales
Esto no siempre es fácil, ya que cada persona tiene su propia personalidad, temperamento, forma de comprender los procesos y ritmo de trabajo. Algunas personas pueden ser más analíticas y detallistas, mientras que otras pueden tener un enfoque más intuitivo y creativo. Estas diferencias, en lugar de ser vistas como obstáculos, deben ser aprovechadas como una fuente de riqueza que puede potenciar el trabajo del equipo. Cada miembro aporta una perspectiva única, y cuando se sopesan todas las ideas, se puede llegar a soluciones más innovadoras y efectivas.
Claridad en los objetivos y roles
Para que todo funcione correctamente, es necesario que el equipo esté unido, lo que significa que todos deben contribuir a alcanzar la misma meta desde sus respectivas funciones. Esto implica no solo la claridad en los objetivos, sino también en las responsabilidades individuales. Cada miembro necesita entender su rol dentro del equipo y cómo su trabajo impacta en el resultado global. Esta claridad en las funciones ayuda a evitar superposiciones y confusiones que pueden llevar a frustraciones y un sentido de desconexión.
Mecanismos para resolver conflictos
Un equipo unido no quiere decir que todos piensen igual o que no haya conflictos, ya que pueden surgir. Los conflictos son una parte natural de la interacción humana y, si se manejan adecuadamente, pueden ser una oportunidad para el crecimiento y la mejora. La clave está en abordar los desacuerdos de manera constructiva y respetuosa. Es fundamental establecer mecanismos claros para la resolución de conflictos que permitan a los miembros del equipo abordar sus diferencias sin temor a represalias o malentendidos. La mediación y el diálogo abierto son herramientas valiosas en este sentido.
Revisión regular de objetivos
Sin embargo, cuando los objetivos son claros y todos están comprometidos con la meta común, las diferencias se resuelven mediante mecanismos establecidos para superarlas de manera rápida. La implementación de reuniones regulares para la revisión de objetivos y el estado del proyecto, así como la creación de un espacio donde todos puedan expresar sus preocupaciones y sugerencias, son prácticas que ayudan a fomentar un ambiente colaborativo. De esta manera, no solo se promueve la cohesión del equipo, sino que también se asegura que cada voz sea escuchada y valorada, lo que a su vez refuerza el sentido de pertenencia y compromiso hacia el grupo y la organización.
Recomendaciones esenciales para trabajar la cohesión grupal
1. Examinar las interacciones entre los integrantes
Hay individuos que no se ayudan mutuamente, incluso siendo parte del mismo grupo, porque no tienen buena relación, no se comunican de manera efectiva o simplemente no son conscientes de que deben colaborar. Para detectar estos posibles problemas, es útil observar su conducta, la forma en que se hablan y sus relaciones tanto durante el trabajo como en su tiempo libre, si es factible. Para fomentar una mejor relación entre los miembros de un equipo, la clave es ejercer liderazgo sin importar el rol que se tenga en la organización. Toma la iniciativa de unir a los miembros que están distanciados, promoviendo el diálogo y la amistad entre ellos, siempre manteniendo un profesionalismo adecuado.
2. No centrar los esfuerzos únicamente en las personas más cercanas
Es crucial considerar otros factores externos que pueden estar afectando el rendimiento del equipo. Estos pueden incluir otras áreas o departamentos dentro de la misma empresa, así como vendedores o proveedores que, además, pueden tener metas diferentes a las del grupo de trabajo. Al estar conscientes de estas influencias externas, se puede optimizar el rendimiento del equipo y evitar puntos ciegos.
3. Fomentar la organización de actividades recreativas en grupo
Las empresas suelen organizar actividades recreativas o de desarrollo personal y grupal que buscan unir a los empleados en un espacio sin barreras sociales. Si estas actividades no logran el objetivo, es recomendable hacer una evaluación para entender qué falló e implementar nuevas ideas propuestas por los colaboradores. Este tipo de actividades no deben verse como eventos aislados, sino como componentes que refuerzan la cultura organizacional, sostenidos por su frecuencia y el compromiso.
4. Poner en marcha incentivos para el esfuerzo colectivo
No solo hay que reconocer a los empleados por su trabajo individual, sino también por los objetivos que logran juntos. Es importante establecer formas de motivación personal que se relacionen con su rendimiento en equipo, y que sean los propios integrantes del grupo quienes decidan a quién recompensar. Esto ayudará a fortalecer las relaciones entre ellos y a centrar su trabajo en el bienestar común.
Belén Stettler, oriunda de Río Gallegos, Santa Cruz, Argentina, cuenta con 35 años y es Licenciada en Ciencias de la Comunicación Social por la Universidad de Buenos Aires (UBA). A lo largo de sus 13 años de trayectoria en comunicación política, ha trabajado como consultora en Buenos Aires, especializándose en estrategia, investigación y comunicación directa. Ha dirigido equipos de comunicación en diversas campañas. Su experiencia incluye roles importantes en la Obra Social del Personal de Seguridad Pública de Buenos Aires, la Vicejefatura de Gobierno de Buenos Aires, Claves Creativas, Ford Argentina y AkzoNobel, iniciando su carrera en Grupo Suessa Organización Empresaria.